«Fiat volúntas tua», o dicho en español «hágase tu voluntad», rezamos en la eucaristía, en el santo rosario, en nuestras oraciones del día a día, en la belleza del rezo piadoso del padre nuestro. ¿Pero qué significa realmente pedir al Padre Todopoderoso que se haga su voluntad y no la nuestra?, ¿acaso no fue lo que Jesucristo en la oración en el Huerto de los Olivos le dijo a su Padre Celestial doblando sus santas rodillas y elevando sus venerables ojos al cielo mientras entraba en agonía y preparaba su alma para el combate? Que el Espíritu Santo a través de este artículo nos dé la respuesta a la pregunta de qué es pedir a Dios que se haga su voluntad y no la nuestra.
Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba con estas palabras: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. Lucas 22, 39-43
La noche del Jueves Santo, luego de la última cena, nuestro Señor Jesucristo se dirigió al Huerto de los Olivos para orar a solas con sus discípulos. El evangelista san Lucas es muy detallado al decirnos que Jesús entró en “agonía”. Como dato curioso, la palabra agonía en el idioma griego quiere decir que la persona está dispuesta para el combate. Así las cosas, aquella santísima noche nuestro Salvador sufrió, sudó y sangró cual soldado velando para el momento de la batalla.
Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo. Lucas 22, 44
Hace unos días el párroco de la parroquia a la que asisto explicaba en una homilía que el Señor Jesucristo no vivía la belleza de su vida sabiendo que mañana, que pasado mañana o que la otra semana lo crucificarían. No, así no vivió nuestro Redentor. El Señor Jesús vivió todos y cada uno de los días de su ejemplar vida que pasó por este mundo haciendo la voluntad de su Padre a la perfección. Pero es que nosotros los cristianos queremos todo fácil, un camino lleno de rosas pero sin espinas.
Venga tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Mateo 6, 10
Para ir dando conclusión a este artículo, quiero invitarlos a hacernos conscientes (me incluyo yo) de que cuando pidamos a Dios que se haga su voluntad y no la nuestra, preparemos nuestro corazón y nuestro espíritu para el combate tal cual lo hizo nuestro Señor, mas sin embargo, aferrándonos a la idea de que Dios no prometió que el camino sería fácil, pero sí que estaría en él con nosotros.
Hermanos y hermanas: Que nos reconforte el saber que incluso el Hijo de Dios pidió a su Padre Eterno que las cosas fueran un poco más fáciles, aunque Dios no lo haya querido así, con todo, recompensó su sufrimiento, su “agonía”, convirtiéndolo en la primicia de los muertos, resucitándolo al tercer día.
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John Sergio Reyes León
Publica desde julio de 2020
Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.
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¡Cuántas veces queremos las rosas, pero sin las espinas que las acompañan!
Que el secreto siga siendo contamplar la vida de nuestro Buen Jesús, para imitarle.
¡Gracias John! Dios siga haciendo crecer en tí Su don.