En medio de un mundo actual, que parece cada vez más estar sumido en la tristeza y en la soledad, o celebrando más que la vida a la muerte, la palabra de Dios que siempre se hace actual y siempre se renueva, nos trae una frase que nos llena de alegría. Las mismas palabras que el Ángel pronunció en el marco de la ventana a aquella niña llamada María: «Chaîre kecharitomene» “Alégrate llena de gracia” hoy nuevamente la podemos escuchar en nuestro corazón ¡Alégrate!
Y es que el saludo de alegría se hace presente y actual cada vez más, en cuanto nuestra voluntad esté dirigida a la voluntad de Dios. María siendo una niña dotada por ser la “llena de gracia”, es decir un depósito de todas las gracias infinitas dadas por Dios, había moldeado y dirigido su vida en la voluntad santificadora De Dios. Es por eso que el saludo no viene solo si no que también le dice: «ho Kyrios meta sou» “El Señor está contigo”.
Esto nos viene y nos trae a cada uno de nosotros una señal vivificadora y alentadora, que nos trae alegría: “El Señor está con nosotros”.
Pero esto no quiere decir que simplemente recibamos esa alegría porque ya, el Señor está siempre con nosotros y listo. No, nosotros debemos también estar con el Señor, en muchas ocasiones no somos conscientes de que nuestra alegría debe estar dirigida hacia el Señor, él es quién nos guía y nos da un camino de plenitud y felicidad, siempre que estemos alineados a su voluntad y a su gracia.
Pero precisamente quien —como María— está totalmente abierto a Dios, llega a aceptar el querer divino, incluso si es misterioso, también si a menudo no corresponde al propio querer. Benedicto XVII
Dios no quiere que seamos unas personas tristes. Él nos quiere felices, plenos llenos de su amor y de su bondad, por eso en el momento de la anunciación el ángel exclamó un saludo de alegría a la Virgen, pues es ella la que está llena de gracias, es ella la que está con el Señor y el Señor está con ella.
Es por eso que nosotros debemos estar siempre atentos a la voluntad de Dios en nuestras vidas. María en la Anunciación fue testigo y partícipe activa de la belleza del proyecto de Dios: enviar a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley para rescatar a la humanidad. En muchas ocasiones, nos hemos podido sentir con la presencia de Dios lejos de nosotros, pero la presencia de Dios con nosotros se ha llegado al culmine cuando la elegida de Dios, nuestra madre, aceptó ser la madre del Redentor del mundo, un mundo sediento de amor.
Encontramos momentos de luz, pero hallamos también momentos en los que Dios parece ausente, su silencio pesa en nuestro corazón y su voluntad no corresponde a la nuestra, a aquello que nosotros quisiéramos. Benedicto XVII
Debemos buscar siempre la voluntad de Dios, incluso si no corresponde a la nuestra, el Señor puede llevarnos a ser parte de su maravilloso plan eterno de amor. Debemos estar siempre atentos y siempre alegres al amor y a la apertura de Dios, así como María en la anunciación, abrió su corazón y su vida a Dios.
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Diego Esquivel
Publica desde octubre de 2020
Soy Licenciado en Fotografía, Misionero de Corazón Puro Internacional. Camino por todo el mundo, capturando la belleza de Dios.
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