Son muchas las veces que pasamos por alto pensar en nuestra vida interior.
Particularmente, yo por mi carrera, me enamoré del arte y de la filosofía. De obras de arte de personas, de pensamientos sobre la vida de personas que pasarían a llamarse filósofos.
¿Pero dónde queda nuestra vida particular?
A veces estamos tan empeñados en querer entender los grandes problemas de la vida del hombre, que pasamos por alto batallas que hay en nuestro corazón. O a veces pensamos que no pasa nada, que el mar está calmado cuando realmente dentro se producen huracanes.
Mi profesor de metafísica siempre nos ha dicho que todo comienza con una pregunta que nos hagamos, y tener primero la respuesta no nos soluciona nada, solo nos hace vivir la vida que llevan otros. No ser protagonistas de la nuestra.
Llegar a tener nuestras propias respuestas es la clave para ser libres y para encontrar desde nuestro lugar la belleza.
Conforme nos vamos haciendo mayores no podemos pasar las cosas por alto, es necesario hacer una introspección en nuestra vida, tener una visión panorámica desde nuestro pasado hasta nuestra proyección en el futuro. Si no sabemos adónde vamos, no llegaremos a ningún lugar.
Saber dónde nos encontramos, saber lo que queremos, tener un mundo interior, es la solución para que nadie manipule nuestra vida. Y así podremos llegar a ser el sueño que Dios tuvo de nosotros desde un principio.
Todo me es lícito, pero no todo me conviene. Todo me es lícito pero no me dejaré dominar por nada. San Pablo 1 Co 6, 12
Preguntarnos hace que nuestra conciencia se revuelva, hace que nuestro corazón y nuestra mente se pongan en funcionamiento en busca de respuestas. Y encontrar respuestas es un camino que hacemos de la mano de Jesús. Él es el primero que quiere seguidores libres, enamorados, con la mente y el corazón abierto e inquietos.
Una de las virtudes más verdaderas de los niños es su continuo interés y fascinación por todo. Tenemos que aprender mucho de ellos.
Saber cuáles son mis prioridades es esencial para discernir mi camino, y estas no se deciden, sino que se reconocen y se aceptan. Él es el que nos dice qué debe ser lo primero en nuestra vida.
Las prioridades son tranquilas, son firmamento, son puntos firmes y puros. Son las prioridades las que seleccionan las emergencias. Fabio Rosini, El arte de recomenzar.
Es en la realidad donde Dios nos habla y nos ilumina con su belleza. Y Él nos está esperando ahí pero ¿estamos nosotros en ella? ¿O estamos en nuestra realidad ficticia? Enredados en nuestras historias de las que no somos capaces de salir para tener perspectiva.
Si queremos recomenzar solo tenemos que ir al principio. Como dice Fabio Rosini si traicionas el inicio, traicionas el todo. Y en ese inicio encontrarás a Otro, porque nadie se inicia por sí mismo. Nadie se da la vida a sí mismo. Los límites nos definen, conocer nuestros límites es conocer nuestra identidad.
Fue esto mismo lo que la serpiente les dice a Adán y Eva: negar nuestro límite de la belleza de ser criaturas para ponernos al mismo nivel de Dios. Y esto solo nos lleva a perder nuestra identidad. Aceptar nuestros límites es reconocernos y querernos como somos.
Un viaje a nuestro interior, mirar nuestra vida desde cerca con la mirada que tendría Jesús es la manera de llegar a aquella anhelada felicidad que tenemos. Tener a Jesús y después a los demás como prioridades es el secreto de una vida feliz.
San Josemaría Escrivá describe la vida interior como una vida de oración continua.
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Beatriz Azañedo
Publica desde marzo de 2019
Soy estudiante de humanidades y periodismo. Me gusta mucho el arte, la naturaleza y la filosofía, donde tenemos la libertad de ser nosotros mismos. Procuro tener a Jesús en mi día a día y transmitírselo a los demás. Disfruto de la vida, el mayor regalo que Dios nos ha dado.
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Beatriz. Que bella conclusión de tu escrito “tener a Jesús y después a los demás como prioridades” es el secreto de una vida feliz. Gracias nuevamente y muchas felicidades.