El mes de octubre es aquel especialmente consagrado al Santo Rosario. Al celebrar el día 7 de octubre Nuestra Señora del Rosario, nos maravillamos una vez más ante el favor con el que María acoge las súplicas de los cristianos cuando son respaldadas por el rezo de esta pregaria. José Antonio Loarte, en su libro A Jesús por María, comenta la festividad de la Virgen del Rosario:
Pocas devociones son tan gratas a nuestra madre del cielo como el rezo del Rosario, recomendado por ella misma y por los romanos pontífices en innumerables situaciones. José Antonio Loarte
La fiesta del Santo Rosario fue introducida en el calendario litúrgico por el papa San Pío V, para dar gracias a la Virgen María por su intercesión en un momento especialmente difícil de la historia, como fue el 7 de octubre de 1571 cuando tuvo lugar la Batalla de Lepanto. En este momento histórico, bajo la intercesión de María, sucedió la batalla naval de Lepanto, donde se enfrentaban la Liga Santa y el Imperio Turco. Esta batalla tuvo una gran importancia para salvaguardar la fe cristiana en Europa. El Papa convocó el rezo del rosario en toda la Cristiandad, un hecho sin precedentes. La oración de los fieles cautivó a María, protectora de la Liga Santa. Sin esta victoria el curso de la historia habría sido muy distinto y hoy no seríamos lo que somos, herederos de la Cristiandad.
El Santo Rosario lleva a Cristo por medio de María. La Virgen es invocada y halagada por el rezo del Rosario, que según la propia etimología de la palabra es “una corona de rosas”. Coronar con flores era una costumbre que desde el mundo antiguo representa una ofrenda de amor hacia quien es coronado y un símbolo indudable de alegría.
Es la vía más excelente de oración meditada, pues este modo de rezar constituye una mística corona donde caben varias oraciones. En el Rosario se encuentra en primer lugar la salutación angélica (Ave María), la oración dominical (Padre Nuestro) y la doxología de la augusta trinidad (Gloria), estas tres cosas enmarcan los más altos misterios de nuestra fe. Los misterios son meditados durante el rezo de estas oraciones, que quedan entrelazadas en ellos.
En el Rosario, por medio de diversas escenas, la mente piadosa contempla el drama de la Encarnación y Redención de nuestro Señor. Por ello muchos Papas han aconsejado insistentemente la práctica de esta devoción, porque es una oración que la Virgen escucha con particular cariño y complacencia, se dice que la belleza del Rosario tiene la virtud de arrancar muchas gracias del Cielo.
El Santo Rosario constituye una oración fundada en actos de fe, esperanza, de amor, de adoración y sobre todo de reparación. San Juan XXIII
Si bien es cierto que es una de las oraciones que más esfuerzo requieren, por ser extenso y monótono, debemos proponernos rezarlo con gozo, pensando en la felicidad de María. Cada día debemos esforzarnos por buscar un momento y rezar con paz, con pausa, meditando bien los misterios, estando atentos a las luces y gracias que el Señor, por medio de María, nos otorga por su rezo.
Nuestro corazón queda unido a María en el rezo de esta oración, ya sea individualmente, en comunidad, y sobre todo si es rezado en familia. Estamos en unos tiempos inciertos, difíciles, llenos de amenazas, de grandes peligros para nuestras vidas y nuestra fe. Rezar el Rosario nos fortalecerá, es nuestra armadura que caballeros de la Cristiandad contra el mal que nos acecha. Es el arma contra los ataques del maligno. Es necesario repetir esa oración para alcanzar de Dios aquello que necesitamos, implorando a través de su madre, María.
Un cristiano sin el Rosario es como un soldado sin armas. El Padre Pío
Prestar atención al rezar esta oración es una gran hazaña, la Virgen lo sabe. Entiende que se puede hacer pesado, puede dar la sensación de hacer lo mismo una y otra vez sin sentido. En el fondo, la repetición de las ave maría que a muchos nos puede parecer lenta o pesada es la oportunidad perfecta para meditar con el corazón el misterio en que te encuentras mientras con los labios pronuncias palabras que son como rosas para María. El Ave María en la base, el tejido sobre el cual contemplamos los misterios.
El rezo del Rosario es el mejor camino para llegar a una intimidad filial con María. Si quieres amar a la Virgen, trátala. ¿Como? Rezando bien el Rosario de Nuestra Señora. ¡Pero si en el Rosario decimos siempre lo mismo! ¿Es que acaso no se dicen siempre lo mismo aquellos que se aman? ¿No habrá acaso no habrá monotonía en tu Rosario porque en lugar de pronunciar palabras como hombre solo emites sonidos como animal, estando tu pensamiento muy lejos de Dios?. San Josemaría Escrivá de Balaguer
San Benito solía dirigir unas palabras similares a sus monjes: Si cor non orat, in vanum lingua labora. Es decir, si el corazón no reza, en vano pronunciamos las palabras. En el Rosario es necesario hablar de la oración vocal, uno de los cauces de nuestro trato con Dios.
Nos dirigimos a nuestro Creador con nuestra voz, hablamos a Dios con nuestros labios, nuestras palabras, nuestras canciones, con todo nuestro ser nos dirigimos a la divinidad. Nosotros somo cuerpo y alma, nuestra humanidad es cuerpo y espíritu, y esta oración vocal funciona como necesidad de expresar la abundancia de amor. Expresar nuestra oración interior en un modo sensible, audible, en plegarias compuestas para orar. El rezo debe estar unido a la oración mental que sucede con los pensamientos y afectos que surgen al pensar en cada momento de la vida de Jesús.
Es por esto que aunque estemos solos es preferible rezar el Rosario en voz alta, evitar las distracciones, porque la forma de pronunciar las palabras ayuda al cuerpo a entrar en disposición de oración. A María le hablamos en cuerpo y alma y eso se debe notar en nuestra disposición. Como dijo San Juan Crisóstomo, “al orar no hablas con los hombre sino que te unes a los serafines y arcángeles cantando al Señor”. También el autor que hemos mencionado antes, José Antonio Loarte, expresa la necesidad de prestar atención a la belleza del Rosario así:
Hecha con la mayor atención con la que seamos capaces, con piedad y devoción, la oración vocal nos pone en contacto con nuestro creador. Nada hay más noble en el ser humano que el uso de la palabra, que nos permite hablar con Dios mismo. La palabra une los sentidos y la inteligencia. Palabras, frases para cantar las glorias de nuestro Dios, para alabar y suplicar, que suben al trono del Altísimo. José Antonio Loarte
No podemos rezar de forma precipitada, o sin ganas. Es nuestro Dios, es nuestra Madre, no se le puede hablar con prisa o con desgano. Si meditáramos bien y entráramos en el misterio nos daríamos cuenta de que es imposible aburrirnos pensando en qué gran misterio fue el momento de la Encarnación, o la belleza la Transfiguración, de las bodas de Caná, la angustia de la Oración en el Huerto, y así con todos los demás misterios. Es una oración llena de gracias para quien la reza fervorosamente.
Por él podemos pedirle al Padre por nuestras necesidades, peticiones colectivas o individuales, Él escucha porque María es la intercesora de todas las gracias. Igual que toda la Cristiandad se unió al rezo del rosario para rezar por Lepanto, todos deberíamos unirnos por el bien común para pedir por el fin de la pandemia, por nuestro mundo y nuestros inciertos tiempos.
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Guadalupe Belmonte
Publica desde marzo de 2019
De mayor quiero ser juglar, para contar historias, declamar poemas épicos, cantar en las plazas, vivir aventuras... Era broma, solo soy aspirante a directora de cine, mientas estudio Humanidades y disfruto con todo aquello que me lleva Dios.
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Gracias Guadalupe, por animarnos al Rezo de esta Gran Oración a Nuestra Madre. Que asi sea, y nos unamos todos en esta Santa Oración. Podamos por el mundo.
Gracias. Ánimo y adelante! Dios te bendiga.