En la fecha del 26 de Mayo, se celebra la fiesta de San Felipe Neri, reconocido santo patrono de los educadores y los humoristas. Es comúnmente recordado por recibir de Dios, el don de curación, profecía y el poder leer los pensamientos de los otros, incluso se le ha atribuido el don de la levitación en la oración. Sin duda alguna es un santo muy excepcional, digno de admirar por su entrega y despojo de las riquezas que se le habían entregado para poder entrar en una vida dedicada totalmente a la belleza del amor a Cristo. Una vida que vale la pena recordar.
El que se alegra de ser despreciado y se tiene por nada, es un discípulo perfecto de la escuela de Jesucristo. San Felipe Neri
Es por eso que “Pippo buono”, como se le conocía en esa época, se recuerda realmente por la entrega de su trabajo junto a a los niños abandonados, y por las múltiples ocasiones en las que mendigó por las calles para que los niños tuvieran qué comer. Cabe destacar, que su patronato a los Educadores no es en vano, si no que él enseñaba el canto y la catequesis a los niños.
Para este santo en particular, lograba ver la belleza en las cosas pequeñas y en la pobreza, ya que, en muchas ocasiones, a San Felipe Neri le propusieron que pudiera llegar a ser Cardenal, puesto que tenía mucha amistad con cardenales y el clero, pero él despreció siempre en su vida las riquezas materiales y todo privilegio, y respondía con mucha certeza: “¡Prefiero el Paraíso!”
Algo que llama mucho la atención, es su celebración en Mayo, el mes mariano, y es que este gran santo tenía una relación muy íntima con nuestra Madre María, y sabía y estaba tan convencido en su corazón de conocer a la Virgen que incluso, cuando le llegaban a hablar de ella, una de las anécdotas más interesantes de este gran santo fue cuando envió a una persona a escupirle a la supuesta aparición de la Virgen en su hogar.
Echémonos en brazos de Dios, y estemos seguros que si algo quiere de nosotros, nos dará fuerzas para hacer todo lo que desee que hagamos. San Felipe Neri
Cuenta la historia que una vez un hombre, en confesión, llegó a contarle a San Felipe, que había estado teniendo unas visitas de la Virgen en su cuarto, pero que él tenía dudas y que no sabía que era lo que realmente estaba pasando, cuando entonces, San Felipe le dijo: “De tarea te encomendaré que la próxima vez que veas esa aparición, le escupas en la cara” después de esto, cuando se le “apareció” la Virgen, la persona le escupió y se dio cuenta que realmente no era la Virgen, si no un demonio. Qué gran sabiduría y qué seguridad tenía este santo para poder hablar con tal convicción y fuerza cuando de nuestra madre se trataba. Sin embargo esta relación llena de belleza y misticismo, no se queda ahí, si no que también tiene una anécdota muy particular cuando María lo pudo sanar.
Lastimosamente la salud de este tan amado santo, siempre fue frágil. En una ocasión en la cual él estaba realmente enfermo con una dolencia en la vesícula, la Santísima Virgen María se le apareció. Este Santo había casi perdido el conocimiento en el hospital, y los doctores estaban realmente preocupados, cuando de repente se incorporó, abrió los brazos y exclamó: “¡Mi hermosa Señora! ¡Mi santa Señora!”. Cuenta la historia que el médico que lo acompañaba le tomó por el brazo, reteniéndolo como por si estaba delirando, pero San Felipe le dijo: “Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme”.
Realmente es esta frase de San Felipe Neri, la que nos invita a reflexionar: “Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme”. ¿En cuántas ocasiones hemos recibido a nuestra Madre? ¿La hemos abrazado con nuestra oración en el rosario? Ella nos visita y nos invita a que podamos tener una relación tan íntima con ella, como la tuvo San Felipe Neri.
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Diego Esquivel
Publica desde octubre de 2020
Soy Licenciado en Fotografía, Misionero de Corazón Puro Internacional. Camino por todo el mundo, capturando la belleza de Dios.
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