Cuando comenzamos el caminar en Cuaresma, nacen cuantiosos propósitos para poder vivirla plenamente, y muchos van encaminados a querer parecernos más a Jesús, porque sabemos que la belleza de la vida misma se encuentra en Él.
¿Pero realmente sabemos qué implica querer ser más como Jesús? ¿Qué significa ser semejantes a Él?
Cristo se hizo un hombre igual que nosotros en toda condición, excepto en el pecado, para poder darnos el ejemplo de cómo realmente seguirlo, pero en esa misma manifestación de amor, se permitió ser tentado para enseñarnos cómo dominar nuestras pasiones y luchar contra el pecado.
La tentación del demonio tiene tres características, y nosotros debemos conocerlas para no caer en las trampas. La tentación comienza levemente, pero crece, siempre crece. Luego contagia a otro: se trasmite a otro, trata de ser comunitaria. Y al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Papa Francisco
Mientras caminó entre nosotros, por amor, Jesús nos enseñó cómp podíamos alcanzar la belleza de la santidad imitándolo. Fue por ese mismo amor que Cristo permitió ser tentado en el desierto para enseñarnos cómo poder vencer la tentación y negarnos al pecado.
Cuando Jesús fue tentado en el desierto, nos mostró con claridad cuáles son aquellas tentaciones que fuertemente afectan al hombre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: “Si Tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” San Mateo 4, 3-4
Con la primera tentación, Jesús nos enseña que no es fácil poder cumplir un propósito que nos acerque a Él, puedes debemos morir a los deseos de nuestra carne, que incluso algunos son simples necesidades naturales.
Jesús fue tentado a convertir las piedras en pan para saciar una necesidad básica como hombre: alimentarse. Pero en el fondo, Jesús no solo fue tentado a saciar su hambre, sino a demostrar de lo que era capaz por ser el Hijo de Dios. Una mala intención de parte del demonio disfrazada de una simple acción humana.
Pero es con el amor a Dios que Jesús nos enseña cómo poder resistir a cualquier insinuación o tentación de vanagloriarnos, porque es en Dios donde encontramos nuestro sustento diario.
Luego el diablo llevó a Jesús a la Ciudad Santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: “Si Tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: ‘Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra'”. Jesús respondió: “También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios'” San Mateo 4, 5-7
La segunda tentación se vuelca en la divinidad de Cristo en donde el demonio trata de hacerlo cambiar el orden del plan divino. Él sabía que Jesús confiaba y amaba al Padre como nadie más lo hace, y por ello sabía que podía disponer de sus ángeles para evitarse cualquier mal o peligro.
Sin embargo, Él rechaza el camino fácil del triunfo humano, escogiendo la humildad y la sencillez de saberse Dios pero al mismo tiempo hombre, reconociendo que el camino nunca es fácil, y que en nuestro diario caminar, podemos recurrir a confiar también plenamente en el Padre como Él lo hacía.
Cristo nos enseña con su ejemplo de que, aun teniendo todo y pudiendo ser grande, se hizo pequeño y renunció a la vanagloria, con la intención de aferrarse a la belleza del camino de la santidad que tanto necesitamos para separarnos de este mundo.
El diablo lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo a su esplendor, y le dijo: “Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús le respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto'”. San Mateo 4, 8-10
Con la tercera tentación, el demonio quiere doblegar a Jesús como hombre, sabiendo que el corazón del hombre se corrompe con facilidad al ser ambicioso y codicioso con lo material.
¿Quiénes somos para negar que realmente anhelamos mucho lo material y las cosas de este mundo con tal de tener una vida “tranquila y resuelta”?
Pues es allí donde radica la sabiduría que viene de Dios, y en donde Jesús ejerce su autoridad como Hijo de Dios, la cual nos otorga también por medio del Bautismo, y le ordena al demonio apartarse de su camino, pues sabe que lo que le ofrece es puramente material y pasajero, a cambio de darle la honra y gloria que solo a Dios le pertenece.
Jesús era consciente de que nosotros como seres humanos somos frágiles ante la tentación por consecuencia del pecado original. Pero es por ese mismo hecho que se hizo hombre y semejante a nosotros en todo sentido pero sin pecado alguno, para darnos ejemplo de que podemos morir a nosotros mismos y ser capaces de entregarnos a las necesidades de los demás.
Quien no es tentado, no es probado, y quien no es probado, no adelanta. San Aguistín
Es por ello que la Cuaresma hemos de vivirla como un eterno caminar con el propósito de acercarnos más a Dios por medio de Cristo, y tratando de parecernos más a Él aun con nuestra condición humana y de inclinación al pecado.
Porque es allí donde realmente podemos encontrar la riqueza del reino de Dios, que trasciende de este mundo perecedero. Es allí, donde podemos encontrar la felicidad eterna.
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César Retana
Publica desde septiembre de 2019
Salesiano desde la cuna. Le canto a Dios por vocación y por amor. Soy Licenciado en Diseño Gráfico, tengo 28 años, y 20 de ellos en el caminar espiritual con la Iglesia. Me gusta el café bien cargado y los libros.
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