Una de las cualidades más misteriosas pero hermosas del ser humano es su capacidad de amar. Esta cualidad trae por consiguiente la capacidad de perdonar, otra cualidad que hace al ser humano más dócil y cercano a Dios.
El perdón es el camino del amor en el cual se basa Jesús en toda su enseñanza a lo largo de su vida pública.
Pedir perdón es de hombres inteligentes, pero perdonar es de almas humildes, solo quien sabe perdonar sabe amar. Padre Pío
El amor y el perdón son dos cosas que, según las enseñanzas de Jesús, van completamente de la mano.
Si nos adentramos en la profundidad del corazón humano, sabremos que la necesidad de amar siempre nos lleva a poder perdonar a aquellos que quizá en algún momento nos han fallado o nos han dañado, pero es por la misma decisión de amor que tomamos.
Quizá nuestra capacidad de perdonar, como seres humanos que somos, muchas veces puede verse limitada cuando nos dejamos dominar por el emocionalismo.
Pero es allí donde, siendo fieles creyentes y seguidores de Cristo, podemos abocarnos al Espíritu de Dios, para obtener la gracia y la belleza de ser capaces de perdonar y amar como Dios nos ama y nos perdona.
Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. San Mateo 6, 14
Siendo cristianos católicos, tenemos la gracia y la belleza del sacramento de la Reconciliación, aquel donde el mismo Cristo a través de la figura terrenal del Sacerdote, nos perdona nuestros pecados y ofensas a su Sacratísimo Corazón.
¿Pero cómo es que somos capaces de solo pedir perdón y no poder perdonar a aquel que tenemos a nuestro lado?
A medida que nuestro corazón se endurece y se hace egoísta, es cuando no somos capaces de perdonar, y por ende tampoco capaces de amar.
Es de entender que, realmente, nuestro corazón necesita tanto del perdón de Dios, como también de la capacidad y la decisión de poder perdonar a los demás para así mismo poder sanar.
Así pues, si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo en contra de ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego regresa y presenta tu ofrenda. San Mateo 5, 23-24
Debemos comprender que, mientras nuestro corazón guarde resentimiento, el cual no nos permite tomar la decisión de perdonar, tampoco seremos capaces de obtener la belleza de estar en gracia con Dios.
Si bien el perdonar no resuelve el daño hecho, ayuda a sanar y restaurar el alma. Pero es necesario tomar la decisión día con día, así como la decisión de amar aun en el dolor, tal y como Jesús amó y perdonó estando en la cruz.
Si no entendemos la importancia del perdón y no lo integramos en nuestra convivencia con los demás, nunca alcanzaremos la libertad interior, permaneciendo prisioneros de nuestros rencores. P. Jacques Philippe
Puede existir el caso de que aun cuando nosotros decidamos perdonar a quien nos hirió, esta persona esté incluso lejos de aceptar el perdón por no reconocer su error, pero eso no da la pauta a que nosotros retiremos nuestra decisión de perdonar.
Es esa decisión tan firme, tan sobrenatural, quizá a veces dolorosa, pero tan restauradora, la que nos hace libres y nos permite encontrarnos con el amor de Dios que hace nuevas todas las cosas.
Quitando de nuestra mirada y de nuestros labios el juicio sobre los demás y sobre nuestra decisión de condenar a otros, seremos capaces de despertar día con día, amando y perdonando a los demás cuando no saben lo que hacen, sin restricciones de tiempo ni cantidades.
‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando me ofenda? ¿Siete veces?‘ Jesús le respondió: ‘No te digo siete veces, sino setenta veces siete’. San Mateo 18, 21-22
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César Retana
Publica desde septiembre de 2019
Salesiano desde la cuna. Le canto a Dios por vocación y por amor. Soy Licenciado en Diseño Gráfico, tengo 28 años, y 20 de ellos en el caminar espiritual con la Iglesia. Me gusta el café bien cargado y los libros.
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