Cuando me preparaba para la confirmación, me pusieron durante las catequesis la película “El gran Milagro”.
En una de las escenas del largometraje, tras comulgar, el ángel de la guarda comenta entristecido que muchas personas no son realmente conscientes de lo que han recibido y, no solo se distraen, sino que ni si quiera dan gracias.
Me he dejado la piel por ti porque te quiero más que a mi vida entera. Y lo volvería a hacer. Todo lo que pueda pesar dámelo a mí, que yo lo llevo por ti. Me he dejado la piel por ti, Hakuna group music
De niña me resultaba pesado que mis padres se quedaran un rato dentro de la iglesia tras la misa. No comprendía el porqué de esa aburrida espera pero sin saberlo, serían para nosotros un ejemplo a largo plazo de cómo cuidar algo tan importante.
El otro día en el coche, volviendo de misa, mi madre pidió que pusiéramos la canción de “el ángel y el niño que comulga”.
—Mamá ni idea de cuál es esa.
—¿Qué? ¿No la conocéis? Pues tenéis que escucharla. Habla de un niño que le pregunta a su ángel si nunca le deja solo y el ángel le contesta: “nunca menos cuando comulgas, ahí solo estáis Dios y tú”.
Solos Dios y tú… Ni siquiera la Virgen puede oíros. Qué intimidad más grande, más única y más especial.
Hace un par de años en Jerusalén, discutiendo (sí, discutiendo porque a ese hombre le encantaba hacerlo todas las mañanas) sobre religión con un judío me dijo:
—¿A qué vosotros no tenéis un momento en el que os convertís en reflejo de Dios?
—¿Cómo? —le pregunté algo confundida y sin comprender muy bien a dónde quería llegar.
—En las relaciones conyugales, dos esposos al unirse se transforman en uno solo volviéndose un reflejo de Dios. — respondió el hombre con una sonrisita de “esta no te la esperabas”.
El mundo surge de la unión de amor entre las tres Personas de la Santísima Trinidad. Aunque aquel hombre, como judío, no contaba con la presencia del Hijo, sí contaba con la del Padre y el Espíritu.
Díjole entonces Dios: «hagamos al hombre». Génesis 1,26
—Pues eso también pasa en el cristianismo —respondí. Luego nos pusimos a trabajar y la conversación no continuó más por ahí.
Seguí dándole vueltas durante mucho tiempo. Efectivamente en las relaciones conyugales, dos esposos se unían en uno solo pero, esto también ocurría al comulgar.
Al tomar la Eucaristía, nos convertimos en sagrarios vivientes al recibir dentro de nosotros al mismo Dios.
Antes de Cristo, tras la zarza ardiente, el único lugar dónde se encontraba Dios en presencia viva en la tierra, era dentro del Arca de la Alianza.
Cuando María le dice que sí al ángel Gabriel, ella se convierte en la nueva Arca de la Alianza y en el primer sagrario del universo al llevar en sus entrañas por primera vez, a Dios hecho carne.
La comunión es unión. Existe comunión entre una madre embarazada y el hijo que porta, entre dos esposos… Y por supuesto, al recibir el Pan eucarístico que tras la Transustanciación, se ha convertido en el mismo Dios.
Un cristiano, al comulgar, tiene la gran suerte de entrar en íntima unión con Dios. Ni siquiera los ángeles, criaturas mucho más dotadas y poderosas que los hombres, tienen esa opción.
Jesús se sacrificó por los hombres en una muerte de Cruz y diariamente, en una misa, se repite su amorosa y sagrada entrega.
Está muy bien pedir. De egoísta, te hayan dicho lo que te hayan dicho, no tiene nada… Pero alabar a Dios, piropearle con jaculatorias, reconocer su grandeza y darle gracias por todo lo que hace, es fundamental para que Él también se sienta amado por nosotros.
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Mafalda Cirenei
Publica desde marzo de 2020
Suelo pensar que todo pasa por algo, que somos instrumentos preciosos y que estamos llamados a cosas grandes. Me enamoré del arte siendo niña gracias a mi madre, sus cuentos y las clases clandestinas que nos impartía en los lugares a los que viajábamos. Soy mitad italiana, la mayor de una familia muy numerosa y, aunque termino encontrando todo lo que pierdo debajo de algún asiento de mi coche, me dicen que soy bastante despistada. Confiar en Dios me soluciona la vida.
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