¿Quién cree que la santidad no es una gesta legendaria? Imitar a San Jorge es el día a día de un cristiano, amar el bien y luchar contra el demonio. A los ojos del mundo, la santidad es algo aburrido, para viejos monjes ocultos en las montañas; sin embargo, nos encontramos con un santo cuya fortaleza y amor son un ejemplo universal.
¿Quién no querría ser santo de esta forma? Joven, apuesto, virtuoso, con un corazón enamorado de la belleza y la justicia, con la espada al servicio de Dios antes que de los hombres; un santo de leyenda.
La vida de este santo mártir es un gran misterio, a pesar de que el relato de su historia ha llegado a ser uno de los más extendidos por la tierra convirtiéndolo en patrón de innumerables ciudades, países, ordenes militares, etc. Su nombre tiene variaciones en muchísimas lenguas y su estandarte, la cruz roja sobre fondo blanco, está representado en banderas a lo largo y ancho del planeta.
Su culto es opcional en la Iglesia católica aunque en la ortodoxa se mantiene y es de gran importancia para Rusia, Turquía, Libia, Tierra Santa, etc. En Cataluña también tiene una gran popularidad el día de San Jorge, “Sant Jordi”; se regalan una rosa y un libro, unificando la leyenda con la conmemoración del Día del Libro, por la fecha de fallecimiento de Cervantes y Shakespeare, 23 de abril.
De la vida de este santo sabemos pocos hechos con certeza histórica. Se dice que Jorge fue un soldado de Capadocia al servicio del emperador romano Diocleciano que murió mártir por no querer renunciar a su fe cristiana, durante las primeras persecuciones a la Iglesia.
En el año 494 fue canonizado por el papa Gelasio I y su atractiva historia lo convirtió en un paladín del imaginario medieval europeo, protector de caballeros y soldados, cruzados y templarios. En el libro de los santos está inscrito como parte de:
…aquellos cuyos nombres son justamente reverenciados, pero cuyos actos solo son conocidos por Dios. Papa Gelasio I
Los actos que componen la leyenda de San Jorge y el dragón son muy conocidos. Se dice que el caballero combatió y venció a una bestia, un dragón que tenía toda una región subyugada, salvando a la princesa de sus garras. Este episodio está narrado en la Legenda aurea, una compilación de relatos hagiográficos del siglo XIII reunida por Santiago de la Vorágine, dominico arzobispo de Génova.
Cabe destacar que la santidad del soldado no se basa en la victoria sobre el dragón sino en el martirio, ya que fue decapitado por querer ser soldado de Cristo antes que del emperador. Más allá de la veracidad histórica del relato, hemos de fijarnos en su simbolismo, en el ejemplo de virtud que se transmite de generación en generación.
La belleza de las leyendas, la tradición, está en que hablan de la verdad: de cómo del anhelo de amor verdadero vence el miedo de quien se decide a enfrentarse al mal. En la ficción, es imposible no nombrar El Quijote como paradigma y modelo de estos temas del caballero y la virtud.
Es la justicia lo que mueve la acción de los personajes, la necesidad de que el bien reine en este mundo, como dice Tolkien por boca de su personaje Sam, en Las Dos Torres. Resulta que el mundo vive bajo el temor del Dragón, no hay paz, no hay justicia ni prosperidad, nadie tiene esperanza porque no hay nada que puedan hacer por sus propios medios para vencer al demonio.
En la leyenda vemos que el mal exige un sacrificio inevitable, es necesario para el pueblo que el mal se concentre en uno solo, lo que el filósofo francés René Girard expone en la su teoría sobre la crisis humana resuelta por el mecanismo de la víctima propiciatoria.
Se dice que el Dragón debía recibir dos ovejas cada día para su sustento, bajo amenaza de atacar las aldeas cercanas. Cuando las ovejas se acaban, echarán a suerte a quién se debe entregar y le llega el turno a la Princesa.
De primeras, es un personaje que popularmente queda relegado a segundo término, como algo pasivo, como “el objeto que es rescatado”, sin embargo la Princesa es la víctima inocente. Ella paga el precio por la salvación de su pueblo y es modelo de virtud, por la gratuidad de su acto y su valentía, que es igual o superior a la del caballero.
Ella es la primera que entabla el combate, la mujer que entiende que por encima de su seguridad está la búsqueda de un bien mayor. Su valor es alto, como ofrenda de sacrificio vale mucho: tiene juventud, belleza, sangre real, valentía, amor por patria, etc.
La princesa podría evitar el sacrificio escudándose en su posición social, pero asume tener que enfrentarse con el peligro. Marcin Kazmierczak profesor de literatura en la Universidad Abat Oliba
Del mismo modo, en los tiempos de esta pandemia universal, los médicos son como la Princesa. El profesor M. Kazmierzcak continúa la cita: «son los que mejor conocen la naturaleza del peligro y los medios para evitarlo y, en lugar de emplear estos medios para protegerse, se ponen en primera línea, exponiéndose al riesgo y pagando, en algún caso, un elevado precio por ello».
San Jorge es un general romano convertido al cristianismo. Tiene la fuerza de la Gracia y al salvar al pueblo pagano del dragón es su liberador, les porta la fe, el bautismo que borra el Pecado Original y trae la Paz del Espíritu Santo.
Las flores teñidas de sangre aparecen en L’Atlántida (1886), del sacerdote Jacinto Verdaguer, a quien Torras i Bages calificó de «Príncipe de los poetas catalanes».
Ell, sortejantlo, aixafa d’ un colp de peu sa testa,
y ‘l monstre deixa caure ses ales y son vol;
sanchnós verí espurneja les flors, y sa feresta
mirada va apagantse com llum d’ un sech gresol. Cant II, L’Atlàntida
La traducción al español sería: «Él, hurtando el cuerpo, le aplasta la cabeza, y el monstruo abate sus alas y su vuelo; sanguinoso veneno salpica las flores, y su terrífica mirada apagándose va, cual luz de exhausto candil». En la composición no se narra la leyenda del propio San Jorge sino una versión sobre los trabajos de Hércules en la que para conseguir el amor de la más pura de las hespérides debe matar un dragón.
El caballero obsequió a la Princesa con una flor teñida por la sangre derramada del Dragón. No es un simple gesto de enamorados, debe simbolizar la belleza florecida del acto heroico de vencer al mal.
Aunque fue en el siglo XV cuando la Generalitat catalana adoptó a San Jorge como patrón e impulsó la fiesta en su honor, el hecho de que la leyenda forme parte de la tradición catalana es una simple estrategia de la Renaixença intentando emular lo que hace Wagner paganizando la leyenda del caballero que vence al dragón con Siegfried para conseguir el anillo del Nibelungo. Por lo menos aún se mantiene en la memoria que San Jorge lleva la bandera con la cruz y que su lucha es para salvar la belleza, que el mal quiere devorar.
En la actualidad su celebración va acompañada en algunos lugares de Juegos Florales, que conmemoran antiguas justas literarias en las que los temas a tratar eran la Fe, la patria y el amor, aunque hoy quienes los convocan parecen haber olvidado estos pilares. Estos tres temas son la síntesis de este gran santo tan popular y desconocido al mismo tiempo.
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Guadalupe Belmonte
Publica desde marzo de 2019
De mayor quiero ser juglar, para contar historias, declamar poemas épicos, cantar en las plazas, vivir aventuras... Era broma, solo soy aspirante a directora de cine, mientas estudio Humanidades y disfruto con todo aquello que me lleva Dios.
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Gracias Lupe, maravillosa explicación!
Y para la reflexión personal.
Ánimo y adelante. Que Dios te bendiga
Seguir adelante FOCUS