Los Monjes Benedictinos son una orden religiosa fundada en el año 529, viven en claustro y su vida es el trabajo, el silencio y la oración. Tuve en una ocasión la oportunidad de realizar con ellos un trabajo en mi país y quede maravillado de la belleza de su carisma. Pude observar también que su Monasterio estaba consagrado a San José.
Desde el momento en que se me abrieron las puertas al Monasterio, el ambiente parecía un pedacito de cielo en la tierra. Una de las cosas que más llamaba mi atención era el silencio que todos los hermanos tenían, y al querer comprenderlo, tuve que ir de nuevo hasta el mismo nombre, San José. Este santo extraordinario, ha sido desde siempre tan venerado y amado. Es tan interesante la manera en la que se ha forjado el cariño a San José… Él mismo en el Evangelio no aparece más que un par de ocasiones y no se lee ni una palabra suya. Incluso su muerte parece que haya sido algo casi desapercibido, pues no se menciona.
Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza. Papa Francisco
San José, ha sido un ser silencioso desde siempre, siendo eternamente fiel y amoroso a los deseos de Dios, entregado totalmente a su esposa María y criando a su Hijo como un gran padre. Fue, hipotéticamente hablando quizá, el primer Monje. Algunas personas le han restado importancia por sus pocas menciones bíblicas, pero la grandeza de San José no radica en que haya dicho grandes y bellas cosas, la grandeza de San José se ve reflejada partir de su sometimiento, su voluntad alineada con la voluntad de Dios.
Aprendí que, para los Monjes Benedictinos, la obediencia a su superior es un pilar fundamental. Para ellos, la voz del superior es la voz de Dios que guía. Éstos se someten a la voluntad de Dios a través de sus superiores; es así como San José en el silencio, lleno de temores aceptaba la voluntad de Dios en su vida.
Jesús dijo: «Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón», y ellos a su vez son ejemplos de vida a imitar. San Pablo exhortó explícitamente: «Vivan como imitadores míos». San José lo dijo a través de su elocuente silencio. Papa Francisco
Es San José un ejemplo de un gran varón, de un gran hombre, un hombre de pocas o nulas palabras, pero una convicción tan grande que nada le daba miedo, excepto no ser suficiente para cumplir su tarea. Se esmeró en ser un varón de verdad, un padre del silencio, siervo y amigo de su esposa, que cuando quedó en cinta, no temía que le hubiera sido infiel, todo lo contrario. Él conocía la excelsa virtud de su esposa. Su temor era el no ser lo suficientemente bueno para esa misión tan enorme que Dios le puso, el ser padre del Redentor.
Su silencio de contemplación, su silencio de preocupación, nos invita a nosotros a que dejemos también por un momento el ruido del mundo y podamos llevar todo a nuestro interior, hablar con Dios como San José, en el silencio. Muchas veces nos preocupamos por orar con las palabras más hermosas y delicadas para el Señor, pero muchas veces Dios solo quiere nuestro silencio, así como oraban San José y los Monjes: sabiendo contemplarlo en la humildad y sencillez muda y oyente.
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Diego Esquivel
Publica desde octubre de 2020
Soy Licenciado en Fotografía, Misionero de Corazón Puro Internacional. Camino por todo el mundo, capturando la belleza de Dios.
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