Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. Y de repente sobrevino del cielo un ruido, como de un viento que irrumpe impetuosamente, y llenó toda la casa en la que se hallaban. Entonces se les aparecieron unas lenguas como de fuego, que se dividían y se posaban sobre cada uno de ellos. Hechos 2, 1-3

La fiesta de Pentecostés nos recuerda el nacimiento de la Iglesia y la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, momento en el que recibieron el poder para proclamar el Evangelio a todos los que los escucharan. Esta ocasión está marcada por esta hermosa imagen del Espíritu Santo descendiendo y descansando sobre todos los que se encontraban reunidos allí.

Pero, ¿qué era ese fuego? Aparte de una representación visual de los regalos que estaban recibiendo, ¿qué sentido tiene? Lo que encontramos, a medida que el misterio de la Escritura se desarrolla, es que la verdad es mucho más grande que nuestro simple lenguaje y la belleza que las más grandes obras de arte representan.

Es fácil mirar las lenguas de fuego en toda su gloria y su divina espectacularidad y pensar que el descenso de las llamas es el punto central de Pentecostés. Sin embargo, si nos sumergimos en el lenguaje que se nos presenta, podemos ver que “lenguas de fuego” tiene un doble significado a la luz del resto del pasaje y del resto del Nuevo Testamento.

Tanto en griego como en latín, la palabra para lenguas (glossa y lingua respectivamente) es también la palabra para la lengua y el habla. A la luz de la etimología podemos ver que los Apóstoles ciertamente recibieron más que fuego físico descansando sobre sus cabezas. Su misma palabra fue encendida, y se le dio el poder de llegar a los corazones de la gente de afuera.

Vemos que, como las lenguas de fuego que se dividieron y cayeron sobre todos en el aposento alto, las lenguas, el habla y el lenguaje de los Apóstoles se dividieron y cayeron sobre los oídos y los corazones de todos los presentes en la multitud. Nadie allí de Asia, Mesopotamia, Grecia, Egipto, Libia, etc., se asombró de la llama que descansaba en la cabeza de los predicadores. Se asombraban y se encendían con las palabras que salían de sus bocas.

Además, vemos que a los que recibieron el Espíritu Santo no solo se les dio poder, sino que fueron cambiados. Pedro, a partir de ese momento, habla y se comporta de manera totalmente diferente a la de los Evangelios. Estos hombres y mujeres experimentaron un profundo cambio que no solo les permitió salir a predicar, sino que les dio una claridad y un celo que les impidieron hacer cualquier otra cosa.

Y a nosotros como cristianos también se nos permite ser partícipes de tan importante momento lleno de belleza y recibir en nuestra vida siete regalos a través de los siete dones del Espíritu Santo, ya que los recibimos cuando participamos dignamente de los Sacramentos. Primero recibimos los siete dones del Espíritu Santo en el Bautismo; estos dones se fortalecen en el Sacramento de la Confirmación.

Los siete dones del Espíritu Santo completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Catecismo de la Iglesia Católica, 1831

Inundado con sus dones, respondemos a los impulsos del Espíritu Santo como por instinto, como lo haría Cristo mismo. Los siete dones que el Espíritu Santo nos regala son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Sabiduría

A través de la sabiduría, llegamos a valorar adecuadamente las cosas que creemos por la fe. Las verdades de la fe cristiana son más importantes que las cosas de este mundo, y la sabiduría nos ayuda a ordenar adecuadamente nuestra relación con el mundo creado.

Inteligencia

Mientras que la sabiduría es el deseo de contemplar las cosas de Dios, la inteligencia nos permite captar, al menos de forma limitada, la esencia misma de las verdades de la fe católica.

Consejo

Por el don del consejo, los cristianos no debemos temer defender las verdades de la fe, porque el Espíritu Santo nos guiará en la defensa de esas verdades.

Fortaleza

Este don nos da la fuerza para seguir las acciones sugeridas por el don del consejo. La fortaleza es la virtud de los mártires que les permite sufrir la muerte en lugar de renunciar a la fe cristiana.

Ciencia

Es la habilidad real para juzgar todas las cosas de acuerdo a las verdades de la fe católica. De manera limitada, la ciencia nos permite ver las circunstancias de nuestra vida de la manera en que Dios las ve. A través de este don del Espíritu Santo, podemos determinar el propósito de Dios para nuestras vidas y vivirlas en consecuencia.

Piedad

La piedad lleva la disposición de adorar y servir a Dios más allá del sentido del deber, de modo que deseamos hacerlo por amor, de la misma manera que deseamos honrar a nuestros padres y hacer lo que ellos desean.

Temor de Dios

Este don del Espíritu Santo nos da el deseo de no ofender a Dios, así como la certeza de que Dios nos dará la gracia que necesitamos para no ofenderlo. Nuestro deseo de no ofender a Dios es más que un simple sentido del deber; como la piedad, el temor del Señor surge del amor.

Entonces, ¿qué relación tiene esto con nosotros? Necesitamos hacer que el Espíritu Santo sea el centro de nuestros estudios, de nuestro matrimonio o noviazgo, de nuestras amistades y relaciones personales. Necesitamos llamarlo para que renueve las cosas, para que nos dé palabras de sabiduría y aliento, para que nos haga ver la verdadera belleza que hay en el mundo, y para que nos mantenga celosos de las almas. Necesitamos que el Espíritu Santo nos cambie, que nos dé corazones que busquen a los perdidos en el amor. Necesitamos pedirle que elimine todo lo que nos impide seguir adelante, y que nos dé el fuego y el lenguaje para hablar y efectuar el cambio.

Si nos llamamos católicos, significa que debemos tomar nuestras filas entre la Iglesia militante y pedir ardientemente a nuestro Señor nuestras órdenes de marcha. Como hermanos, necesitamos dar el siguiente y más grande paso en nuestra misión de fe. Necesitamos apoyarnos en nuestro Señor para que nos ponga en el camino correcto, para darnos el coraje y el celo, y dejar que nos lleve a su Corazón y a su victoria.

Abner Xocop Chacach

Publica desde septiembre de 2019

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Joven guatemalteco estudiante de Computer Science. Soy mariano de corazón. Me gusta ver la vida de una manera alegre y positiva. Sin duda, Dios ha llenado de bendiciones mi vida.