¡Cristo ha resucitado!
Esa es la frase que, a nosotros como cristianos, debería conmovernos, emocionarnos y alegrarnos en todo momento. Pero, ¿qué es lo que realmente debe significar la resurrección de Jesús en nuestro testimonio de vida?
Jesús, con su paso de la muerte a la resurrección a la vida eterna, nos trae la esperanza y la belleza de la fe, de tener esa certeza de que, si Él vive, ¿por qué hemos de temer?
Cristo venció a la muerte al ser inmolado en la cruz, con su descenso al infierno y su resurrección al tercer día; con ello nos abre las puertas del Cielo, devolviéndonos esa dignidad de hijos de Dios que habíamos perdido por consecuencia del pecado de Adán.
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor! Pregón Pascual
Es en este misterio tan grande y profundo que se encarna por completo nuestra fe como Iglesia Católica, el cual nos invita constantemente a vivir con alegría y dicha.
Saber que Cristo resucitó es una invitación tener la certeza de que Jesús es capaz de hacer nuevas todas las cosas, sin importar de dónde vengamos o cómo nos encontremos, pues es la belleza de su amor y su infinita misericordia la que es capaz de resucitarnos a nosotros.
Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe. 1ra Corintios 15, 14
Incluso, a mayor profundidad, nuestro corazón también se asemeja al de los apóstoles en ese domingo a plena mañana, donde no sabemos si creer realmente que Cristo está vivo, que resucitó de entre los muertos tal y como lo prometió.
Aun en medio de esa conmoción, Jesús se manifiesta para reavivar la llama de la fe que se encuentra débil por el miedo y la tristeza. Es esa manifestación ante María Magdalena a solas, ante sus discípulos, y ante Tomás, la misma que Cristo quiere hacer en nuestras vidas, en el corazón de la Iglesia que somos todos, y también en nuestro corazón incrédulo.
El acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo es el corazón del cristianismo, el punto central que sostiene nuestra fe, el impulso poderoso de nuestra certeza, el viento fuerte que aleja todo miedo y toda inseguridad, toda duda y todo cálculo humano. Benedicto XVI – 19.10.2006
Quizá son nuestras dudas y nuestra tristeza las que muchas veces no nos permiten reconocer que Cristo vivo y resucitado, al igual que con María Magdalena, está frente a nosotros para consolarnos.
O puede ser inclusive nuestro miedo, al igual que el de los apóstoles, el que no nos deja realmente aceptar y recordar que Cristo puede cumplir todo aquello que nos prometió.
Pero también puede ser nuestra incredulidad humana, como la de Tomás, la que nos hace exigirle al mismo Dios pruebas de que es realmente Él el que vive y que está con nosotros en todo momento.
Solo el encuentro con Cristo resucitado los liberó de su espanto y los llenó de una fe entusiasta en Jesucristo, el Señor de la vida y de la muerte. Youcat 105
Cuando empezamos a contemplar el misterio de la resurrección de Jesús desde la belleza de la fe, comenzamos a comprender que realmente es la manifestación del amor de Dios, que hecha carne en Cristo, su Hijo Unigénito, cumple la promesa del Padre hecha a Adán y a Eva, de una redención para ellos y toda su descendencia, la cual nos incluye a nosotros.
Y es que la sutileza de su regreso de la muerte, es la que nos debe alentar a saber que aún en el silencio, cuando no lo vemos, Cristo está presente en nuestras vidas, siendo este mismo ejemplo el que como cristianos debemos seguir para poder encontrar la vida eterna al pasar de esta vida a los brazos del Padre a quien pertenecemos.
Quizá sea tiempo de que abramos nuestro corazón que ha permanecido cerrado y que no nos ha permitido ver a Cristo resucitado para poder decirle: “Maestro, quiero seguirte”.
Pues es en seguir a Cristo que perdemos el temor a la muerte, pues sabemos que con su resurrección, la muerte y el pecado han sido vencidos.
¡Oh muerte que separas los que estaban unidos y, cruel e insensible, desunes a los que unía la amistad! Tu poder ha sido ya quebrantado […] El mismo que te ha vencido a ti nos ha redimido a nosotros. San Braulio
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César Retana
Publica desde septiembre de 2019
Salesiano desde la cuna. Le canto a Dios por vocación y por amor. Soy Licenciado en Diseño Gráfico, tengo 28 años, y 20 de ellos en el caminar espiritual con la Iglesia. Me gusta el café bien cargado y los libros.
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