Han existido muchas bodas famosas en la historia, pero yo diría que ninguna más que la Fiesta de las Bodas de Caná.
Este pasaje de la vida de Jesús se encuentra en el Evangelio de Juan y registra su primer milagro, al que Juan se refiere como “el comienzo de sus signos”. Podemos entender mejor la importancia y las lecciones de esta historia identificando a los personajes principales: Jesús y María, luego los sirvientes, el mayordomo y los novios.
Ni siquiera sabemos los nombres de la pareja afortunada, pero a su fiesta de bodas asistieron los invitados más importantes de todos los tiempos: Jesús, María su Madre, y sus discípulos más cercanos.
Nos enteramos de que el vino se ha agotado antes de que la celebración haya terminado. Esto sería un fracaso muy penoso en la hospitalidad de la pareja que arruinaría el comienzo de su vida pública de casados. María, que con toda probabilidad ayudaba con la fiesta, vio que se habían quedado sin vino y habló con Jesús, pidiéndole implícitamente que milagrosamente proveyera más vino.
Quiero que medites profundamente e imagines la belleza de este diálogo entre Madre e Hijo. El texto no nos proporciona ninguna descripción explícita de su manera o tono. Pero tú y yo conocemos su profundo amor y respeto por el otro.
María se acerca a su hijo y le dice: “No tienen vino”. Jesús responde: “Mujer, ¿qué nos va a Ti y a Mí? Todavía no ha llegado mi hora” (cfr Juan 2, 3-4).
Aunque es inusual que un hijo se refiera a su madre como “mujer”, tal etiqueta no es una falta de respeto. Dado que el escenario de este pasaje nos recuerda al Génesis, el uso de “mujer” también apunta a la mujer del Génesis. La primera Eva se escogió a sí misma en lugar de Dios, pero María, la nueva Eva, escoge a Dios en todas las cosas y siempre señala el camino a su Hijo.
La primera parte de la respuesta de Jesús a María es un modismo hebreo que significa: “¿Qué tiene que ver esta preocupación contigo y conmigo?”. La “hora” a la que Jesús se refiere es su derrota de Satanás por su Pasión y Sacrificio en la Cruz.
María está íntimamente involucrada en la misión y comprende la belleza del trabajo redentor de su Hijo. Este diálogo puede entenderse como un tierno intercambio entre Jesús y María donde el Señor le pregunta a María si entiende y está preparada para lo que seguirá a este primer signo público del Divino Mesías.
La respuesta de María es instruir a los sirvientes para que hagan lo que Jesús les diga, que Ella entiende y seguirá diciendo que sí a Dios. La respuesta de Jesús es hacer lo que su Madre le pidió.
Había seis jarras de piedra que se usaban para el ritual de purificación y el lavado de manos. Juntas podían contener más de cien galones de agua. Jesús instruye a los sirvientes para que las llenen y saquen algunas para llevarlas al mayordomo.
Imagina esta escena. Estas jarras normalmente contendrían agua “lustral” para la purificación, es decir, agua mezclada con las cenizas de las ofrendas de animales quemados. Esta agua sería rociada sobre alguien que está ritualmente sucio como parte de esta purificación ceremonial.
Sin embargo, los sirvientes obedecen a María, y hacen exactamente lo que Jesús les ordenó, llevando el agua que sacaron de las jarras al mayordomo. Imagina la sorpresa y alivio cuando el mayordomo descubrió que este era el mejor vino y que estaba disponible en abundancia, ¡incluso después de la cantidad de vino que se había servido antes!
Hay una serie de lecciones importantes que debemos tomar de este relato. Muchos santos han enseñado que el camino más seguro hacia Jesús es a través de María. Las escrituras presentan a María en momentos significativos de la obra de redención del Señor, siempre presentándonos a Dios y dirigiéndonos a Dios:
- María dijo sí a Dios en la Anunciación cuando Gabriel se le apareció.
- María presentó a Jesús no nacido a Isabel y al no nacido Juan el Bautista en la Visitación.
- María presentó al Señor a los pastores en el pesebre, a Simeón, a Ana y al Padre en la Presentación, a los Reyes Magos en Belén.
- Ella presenta a Jesús a los sirvientes e invitados en las bodas de Caná y a todos nosotros.
- María estará presente en la Cruz y más tarde en el Cenáculo en Pentecostés.
- Y ella está presente en la Nueva Jerusalén como la Nueva Arca de la Alianza.
Jesús nos dio a María a todos nosotros desde la Cruz. Su papel como nuestra Madre espiritual señalándonos a Cristo está acompañado por la belleza de la gracia de hacer lo que su Hijo instruye. Los sirvientes de Caná, a pesar de la insólita instrucción, llevaron lo que debieron haber creído que era agua sucia al jefe de comedor; ¡hicieron exactamente lo que Él dijo y se asombraron! Por supuesto que podemos ir directamente a Jesús, pero este pasaje nos muestra que María siempre cuida de sus hijos espirituales y nos lleva al Señor.
Somos amados por Dios. Todo lo que aprendemos de toda la Escritura y de la experiencia personal de vivir la vida sacramental revela su amor por cada uno de nosotros… por ti y por mí.
Nuestras vidas son regalos del Creador. Venimos de Él, estamos llamados a viajar en esta vida mientras nos preparamos para nuestro hogar eterno con Él. Le pertenecemos, Él quiere todas las cosas buenas para nosotros en abundancia.
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Abner Xocop Chacach
Publica desde septiembre de 2019
Joven guatemalteco estudiante de Computer Science. Soy mariano de corazón. Me gusta ver la vida de una manera alegre y positiva. Sin duda, Dios ha llenado de bendiciones mi vida.
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Gracias a ❤️💕😻❣️😙😍😍
No sabia que para llegar a Jesus era por Maria. Amen