Hace unos meses con mi comunidad parroquial San Pío X ubicada en Itagüi – Antioquia, peregrinamos al Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús, en el Monasterio de las Hermanas de la Visitación de Santa María que se encuentra a las afueras de Medellín, en el sector de Las Palmas. Dicha peregrinación fue hecha con motivo del mes de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, a quien está consagrada la belleza de mi patria Colombia.
Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.
San Mateo 11, 28 – 30
Una hermana del Monasterio, en una catequesis, nos compartía que el clima de Medellín a sus hermanas y a ella les gustaba mucho, pues es muy rico y muy agradable para vivir por el hecho de ser caliente o tropical; pero que ellas no entendían por qué el Señor las había llamado a servirle en un lugar tan frío como lo es El Alto de Las Palmas, en donde está ubicado actualmente el Santuario.
Continuó compartiendo la hermana que un día en un momento de oración el Señor les había hecho entender que las había llevado allí para hacerlas partícipes del frío que Él pasa día a día en los Sagrarios del mundo.
Quiero servirme de ti para dar a conocer más todavía la misericordia y el amor de mi Corazón.
Palabras de Nuestro Señor Jesucristo a Sor Josefa Menéndez
Bien sabemos que la temporada más fría del año es el invierno. Cuando llega esta temporada, es normal que tengamos que abrigarnos más, colocar más cobijas en nuestras camas o vestir con más prendas, entre otras cosas que solemos hacer.
Todos alguna vez hemos sentido frío, ¿pero nos hemos puesto a pensar en que Dios también siente frío? En la región donde vivimos podemos estar en verano, pero Dios puede estar en invierno, el invierno de Dios.
¿Y cómo se da el invierno de Dios? Sencillo. Esta es sólo una metáfora para indicar el abandono de Dios en los Sagrarios por parte de sus fieles, de tí y de mí. Pero alto ahí, con “metáfora” no quiero decir que solamente sea un invento mío, o de la Iglesia. Para nada. El invierno de Dios es real y muy actual, no es algo del siglo pasado, sino que antes bien se intensifica con el pasar de los años.
Cada vez va menos gente a Misa, a Hora Santa, a la Iglesia. Jesús cada vez está más sólo, con menos amigos. Quizás Dios tenga muchos amigos que dicen que le aman con sus palabras, pero con sus obras le confirman totalmente lo contrario. ¿Qué tipo de cristianos somos nosotros? ¿De palabra o de obra? Santiago el apóstol diría que sin fe no hay obras, pero yo diría que sin obras no hay amor, pues sin amor los compromisos cristianos se dejan llevar por la monotonía y pasan a ser una obligación más del día, una asignación más que hay que chequear de nuestra lista de deberes de nuestra jornada.
Haré con ellos alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos: Los estableceré, los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Con ellos moraré, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor, el que consagra a Israel, al estar mi santuario entre ellos para siempre.
Ezequiel 37, 21 – 28
Yo siempre trato de que cada artículo que escribo tenga implícita una invitación, pero ¿cuál es la invitación de éste? Visitar a Jesús en el Sagrario.
Hermanos y hermanas: Jesús está muy abandonado en los Sagrarios del mundo. Razón tenía San Francisco de Asís cuando decía que “el Amor no es amado”. Si los católicos tuviéramos verdadero amor por la Eucaristía, visitaríamos con más frecuencia a Jesús presente en todos los Sagrarios del mundo.
¿Pero qué pasa si no puedo ir a mi Sagrario más cercano porque mis obligaciones me lo impiden? Una vez un amigo sacerdote me dijo que cuando no pudiera visitar a Jesús presente en el Sagrario físicamente, que trajera un Sagrario a mi mente, cualquiera. Entonces, ¿qué excusa vamos a sacar ahora para no visitarle? El frío que pasamos nosotros no se compara con el frío que pasa Cristo en el Tabernáculo.
Así las cosas, queridos lectores, visitemos a Cristo. Estoy seguro de que se alegrará por nuestra visita, cual Padre Misericordioso que es. Quizás con nuestra visita podramos darle un poco de calor a ése Corazón que una vez se hizo carne para amarnos, y que ahora pasa mucho frío a causa de nuestro olvido y abandono.
¿Qué experiementas cuando vas a verlo a Él? Te leo en los comentarios.
Jesús te dice hoy: ¡Nos vemos en el Sagrario!
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John Sergio Reyes León
Publica desde julio de 2020
Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.
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