Con el Domingo de Ramos comienza en la Iglesia la semana más importante del año, que culminará en la Vigilia Pascual-Domingo de Resurrección. Siguiendo la idea de San Ignacio de hacer la composición de lugar, vamos a poner nuestro corazón en el gran día de fiesta de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Jesús quiso entrar con sencillez, no con un caballo brioso sino con un humilde asno. Así tenemos que comportarnos nosotros cuando salimos a evangelizar. Tengamos en cuenta la actitud del borriquillo, pensemos en lo dócil que fue, de cómo se dejó desatar y fue conducido hasta Jesús para entrar en Jerusalén.
Piensa en cómo avanzaba con un paso firme, dejándose llevar por Jesús, aun a pesar de que estaría muy asustado al ver tanta gente eufórica, gritando y saludando con las palmas al Mesías. Dios te escoge para que seas su portador, su burrito, y no por tus propios méritos, pues únicamente debes dejar que Él te desate y te conduzca para llevarte a los demás.
Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta: Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de yugo. Mateo, 21 4-5
En este Domingo de Ramos queremos acompañar a Jesús en su entrada en Jerusalén. Ser conscientes de todas las gracias recibidas esta Cuaresma y prepararnos para el momento de la Pasión. Nosotros estamos muchas veces atados, como el burro del pasaje; estos días de Cuaresma nos han ayudado a darnos cuenta de lo difícil que es dejar de ser mundanos, lo duro que es hacer sacrificios, de ser delicado con el Señor y ofrecerle el ayuno y la oración.
Jesús mandó a los apóstoles a liberar al asno y sabía exactamente dónde estaba. Nos sorprende cuando les da las indicaciones, en el pozo, a tal o cual lado, etc. Él sabe exactamente cómo esta tu alma en este momento, cómo estás fuera de Jerusalén, atado a tus pasiones. Pero llega la Salvación a Sión, tu mal y tu esclavitud van a ser liberados por el sacrificio de Cristo en la Cruz y vas a entrar con Él en la triunfante Jerusalén.
También es bonito reflexionar sobre la prontitud y la disponibilidad de los discípulos. Corren a buscar el burrito tan pronto como Jesús se lo dice. Dejémonos también empapar de la magnanimidad del dueño del asno. Si el Señor lo pide, suyo es. No hay que pedir explicaciones, es un honor que el Señor necesite algo tuyo, ¿por qué tienes miedo a confiárselo?
Debemos estar al servicio de Jesús, en la puerta de lo que anticipa su Pasión. Los vítores de ese día siempre nos parecen amargos porque sabemos que poco después el “Hossana” se transforma en “Crucifícalo”. Pero quienes lo acompañaban, incluso Santiago, Juan y Pedro no lo sabían. Los apóstoles veían a Jesús con alegría, como su Rey, su Amigo… Imagina qué tristeza debieron sentir pocos días después cuando la misma gente que ahora se alegraba y bailaba con ellos no defendieron a Jesús y le negaron cuando los sumos sacerdotes lo llevaron ante Pilatos. Se acercan días de mucho dolor para el Señor, de mucha tribulación para las almas que lo apoyaban cuando todo parecía ser fácil. Nos tocan tiempos de pandemias y de desierto interior, el mundo tiene el corazón endurecido, ya no alaba al Señor y no reconoce la belleza. Por eso nosotros tenemos que estar muy pegados a Él, a la Virgen y al burrito, a lo sencillo, para fiarnos.
En esta semana van a derramarse muchas gracias; la Vigilia Pascual es la noche que debe ser como la roca en la que se construye la casa de un católico. Jesús es el Rey que entró en Jerusalén, el Mesías, el Cordero y… tu Amigo que sabe que no eres más que un burrito.
Deja tus angustias, tus miedos, tus vergüenzas… Jesús ya lo sabe todo. No te resistas a Su amor en esta Semana Santa, sé manso como Él lo es en el camino de la Cruz. No temas haberte perdido la belleza de la cuaresma, aún hay tiempo y el Señor te espera.
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Guadalupe Belmonte
Publica desde marzo de 2019
De mayor quiero ser juglar, para contar historias, declamar poemas épicos, cantar en las plazas, vivir aventuras... Era broma, solo soy aspirante a directora de cine, mientas estudio Humanidades y disfruto con todo aquello que me lleva Dios.
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