San José no habrá dicho ninguna palabra en la Biblia, pero su obra y su sola presencia nos presentan un ejemplo de incalculable belleza para las almas de todos los fieles. Sin decir nada, nos dice todo sobre la paternidad.
La Sagrada Escritura describe a San José como un hombre Justo como su primera y primordial característica (cfr. Mt 1, 19). El autor sagrado señala esto para indicar que José cumplía piadosamente y con un corazón abierto a la voluntad de Dios, y que su propio albedrío estaba sometido al designio Divino.
Este ya es un primer signo de las características de un buen Padre que Dios nos quiere transmitir en San José: la verdadera paternidad viene de la unión con Dios, que es verdadero Padre, que es verdadero providente, consuelo, alivio y socorro de todos sus hijos. Él es elegido por Dios, pero también él ha elegido a Dios para que guíe su camino.
Dios conoce la verdadera misión de cada padre y por eso desea iluminar el alma de cada uno como lo hizo con San José, volviéndolo justo antes y durante el ejercicio de la paternidad.
Esta unión de la voluntad de José con el Padre Eterno le permitió escuchar y ser diligente con lo que Dios le pedía. A veces nos pasa a nosotros mismos, en nuestras distintas facetas, que queremos que Dios nos hable, pero pidiendo las respuestas que nosotros queremos. San José nos muestra que el camino correcto es el contrario, aunque sea cuesta arriba.
La biblia nos narra cómo San José iba a romper en secreto su lazo con María al saber del embarazo de ella. Sin embargo, Dios mismo le contesta sus dudas en un sueño, aunque en su misma humanidad San José debió sentir el peso enorme de aceptar, terminó actuando de acuerdo a la voluntad de Dios.
Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Mateo 1, 19-24
San Juan Pablo II, en su encíclica Redemptoris Custos dice lo siguiente sobre este pasaje bíblico: “El mensajero se dirige a José como al «esposo de María», aquel que, a su debido tiempo, tendrá que imponer ese nombre al Hijo que nacerá de la Virgen de Nazaret, desposada con él. El mensajero se dirige por tanto a José, confiándole la tarea de un padre terreno respecto al Hijo de María.” Añade también que “Él (san José) la tomó en todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando de tal modo una disponibilidad de voluntad, semejante a la de María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero.”
La disposición debe ser una característica paterna que Dios quiere reflejar en San José, cómo símbolo indeleble del sacrificio y la entrega de la propia voluntad por el bienestar de aquellos a quienes el Padre Eterno le ha entregado a cada padre terrenal como familia.
Fijémonos bien en la belleza de la apertura del corazón de San José. Acoge a María, embarazada de Jesús y teniendo que abandonar su casa por la persecución. Quiso Dios acoger también a todos los padres migrantes y sacrificados en el corazón de José.
Todas las súplicas, dolores, cansancios, tránsitos, preocupaciones, aflicciones y frustraciones fueron depositadas en Dios por la confianza que tenía en su Misericordia. Sabe bien que el Señor no abandona a quien ha llamado a ser Padre, sobre todo cuando éste le busca.
San José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente «ministro de la salvación». Su paternidad se ha expresado concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la encarnación y a la misión redentora que está unida a él; al haber hecho uso de la autoridad legal, que le correspondía sobre la Sagrada Familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber convertido su vocación humana al amor doméstico con la oblación sobrehumana de sí, de su corazón y de toda capacidad, en el amor puesto al servicio del Mesías, que crece en su casa». San Juan Pablo II, Redemptoris Custos
José seguramente estuvo presente en todas las etapas del crecimiento de Jesús. Es muy probable que Cristo haya aprendido de sus manos el oficio de carpintero y que haya trabajado en conjunto con su padre terrenal. Como padre de este, es muy seguro también que haya moldeado su masculinidad: el signo de la entrega de San José al morir a sí mismo para cumplir la voluntad de Dios se refleja en la Cruz de Cristo, aunque el incalculable valor del Calvario no se compara con el humilde sacrificio de José; seguramente uno está unido indeleblemente al otro.
Y este es el signo más potente de la paternidad que Dios nos quiere mostrar: José enseña al hijo de Dios, con la muerte para consigo y la entrega de la voluntad propia a la voluntad Divina, el camino que debe seguir.
San Juan Pablo II dirá al respecto que: “Mediante el sacrificio total de sí mismo José expresa su generoso amor hacia la Madre de Dios, haciéndole «don esponsal de sí». Aunque decidido a retirarse para no obstaculizar el plan de Dios que se estaba realizando en ella, él, por expresa orden del ángel, la retiene consigo y respeta su pertenencia exclusiva a Dios. Que san José obtenga para la Iglesia y para el mundo, así como para cada uno de nosotros, la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”
San José, que moldeaste la humanidad del que fue y es Salvador del mundo; tú que nos mostraste la belleza de la entrega como don de Dios mismo, ruega por nosotros.
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Edwin Vargas
Publica desde marzo de 2021
Ingeniero de Sistemas, nicaragüense, pero, sobre todo, Católico. Escritor católico y consagrado a Jesús por María. Haciendo camino al cielo de la Mano de María.
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