Confiar requiere valentía. Nadie dijo que fuera algo fácil pero, es maravilloso.
¡Qué responsabilidad tan grande si te enfrías! San Josemaría Escrivá, Camino, punto 944
Para que la confianza tenga buenos resultados, debes depositarla en alguien que no solo quiera tu bien, si no que tenga suficiente buen criterio como para poder ayudarte a elegir algo que supone un bien.
Para ejercerla, es necesario liberarnos de los respetos humanos. Confiar es una consecuencia de practicar nuestro don de libertad y para que pueda darse, debemos primeramente escoger ser libres a la hora de expresarnos.
Para poder ser libres a la hora de expresarnos, no podemos tener miedo de ser nosotros mismos, de aportar alegría cuando nadie más la aporta, de hacer las cosas aunque no estén de moda… De nadar a contracorriente, al fin y al cabo.
“Debéis ser como truchas”, nos decía un sacerdote de mi colegio.
Al leer “apóstoles”, probablemente diste por hecho que hablaría de los típicos doce, de cómo pasaron de ser una panda de cobardes a dar su vida por Cristo, de cómo Dios fue fortaleciendo su espíritu, su capacidad de entrega… Pero no. Los apóstoles del siglo uno no son los protagonistas de este artículo.
El protagonista de este artículo eres tú, apóstol del siglo XXI. ¿De qué tienes miedo?
En tu empresa de apostolado no temas a los enemigos de fuera, por grande que sea su poder. Este es el enemigo impotente: tu falta de “filiación” y tu falta de “fraternidad. San Josemaría Escrivá, Camino, punto 955
Cuando conoces la verdadera belleza y encuentras el sentido de tu vida, surge la necesidad de gritarle al mundo de qué trata aquello que tanto te llena.
Un cristiano enamorado no puede quedarse callado y, no solo porque por justicia no deba, si no porque, por amor a las almas, no lo desea.
El celo es una chifladura divina de apóstol, que te deseo, y tiene estos síntomas: hambre de tratar al maestro; preocupación constante por las almas; perseverancia, que nada hace desfallecer. San Josemaría Escrivá, Camino, punto 934
Al hacer apostolado compartimos nuestra felicidad buscando la del resto. Un cristiano apostólico es un hombre generoso.
El silencio solo aporta si a través de él, puedes dar ejemplo pero, callarse por miedo es dejar de brindar belleza y alegría a un mundo sediento.
Hace unas semanas, coincidí con mi prima en el bus. Curiosamente se me había pasado por la cabeza un “te imaginas que sube”, pero como estábamos ya de vacaciones y era relativamente temprano, descarté la posibilidad.
Cuando llegamos a su parada, ni si quiera me fijé en quién se subía y de repente, veo de reojo a una chica que camina decidida hacia mi. Era ella.
Durante el breve trayecto que compartimos, nos pusimos rápidamente al día. Estaba llena de buenas noticias, que yo llevaba un tiempo esperando que pudiera por fin darme. La vi feliz aparte de guapísima.
Mientras tanto, la gente subía y bajaba con sus mascarillas. El ambiente era un poco tenso, se notaba que todavía la nueva normalidad no se había acogido con demasiada calma. Todos actuaban de forma silenciosa y poco natural.
No olvides que en todos los sitios puedes y debes santificarte, porque a eso has ido. San Josemaría Escrivá, Camino, punto 949
Cuando mi prima llegó a su destino y el conductor abrió la puerta, antes de bajarse y, sin pensar en lo que dirían el resto de los pasajeros, soltó un sonoro: “adiós, gracias” , que cambió radicalmente el ambiente.
¿A ti qué? San Josemaría Escrivá, Camino, punto 956
A partir de ese momento, cada vez que alguien se bajaba del vehículo, empezó a despedirse del conductor de la misma manera que lo había hecho mi prima.
Aparte de sentirme enormemente orgullosa de ella, caí en la cuenta del gran resultado que tiene el convertir en amor, una sencilla acción monótona como bajar o subir de un autobús. En eso, exactamente, consiste ser apóstol del siglo XXI.
Frente al miedo a quedar mal, propongo ofrecer nuestro día a Dios desde el minuto uno. Desde ahí, hagas lo que hagas, te salgan como te salgan las cosas, debes tener la certeza y la tranquilidad, de que Dios te acompaña y te ilumina, para aportar grandeza aún en la situaciones de más vergüenza o miedo.
El Señor pone en boca de sus apóstoles palabras llenas de eficacia. San Josemaría Escrivá, Camino, punto 972
Con Dios es imposible fracasar, sólo hay victorias repletas de belleza (aunque muchas veces no podamos verlas).
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Mafalda Cirenei
Publica desde marzo de 2020
Suelo pensar que todo pasa por algo, que somos instrumentos preciosos y que estamos llamados a cosas grandes. Me enamoré del arte siendo niña gracias a mi madre, sus cuentos y las clases clandestinas que nos impartía en los lugares a los que viajábamos. Soy mitad italiana, la mayor de una familia muy numerosa y, aunque termino encontrando todo lo que pierdo debajo de algún asiento de mi coche, me dicen que soy bastante despistada. Confiar en Dios me soluciona la vida.
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