María de Nazaret es la mujer más humilde y sencilla que Dios eligió para encarnar en su seno a su Hijo Jesucristo, convirtiéndola así en un ejemplo de madre y maestra humana en todo el sentido de la belleza.
El Concilio de Éfeso declaró a María como Madre de Dios, ya que encarnó a Jesús, Hijo de Dios y Señor nuestro.
La definición de Mater Dei (en latín) o Theotokos (en griego), también conocida como la Doctrina de la Maternidad Divina, es la primera Doctrina Mariana de la Iglesia que las primeras comunidades cristianas creían y enseñaban antes de ser pregonada por los diversos Padres de la Iglesia de los tres primeros siglos como San Ignacio (en el año 107), Orígenes (en el año 254), San Atanasio (en el año 330) y San Juan Crisóstomo (en el año 400).
Ésta Doctrina fue promulgada dogmáticamente en el año 431 en el Tercer Concilio de Éfeso.
El punto de vista contrario, que fue defendido por el Patriarca Nestorio de Constantinopla, argumentaba que María debería llamarse Christotokos, que significa “Madre de Cristo”, lo cual limitaba su papel de madre, a la naturaleza humana de Cristo y no a la divina.
La Virgen, al recibir junto a la cruz el testamento de su amor divino, tomó como hijos a todos los hombres, nacidos a la vida sobrenatural por la muerte de Cristo. Revista Minutos de Amor
La Fiesta de la Virgen María como Madre de la Iglesia, nos recuerda a nosotros que la belleza de la Maternidad Divina de la Santísima Virgen se extiende a la maternidad de todos los hombres y mujeres según la voluntad del mismo Jesús; es decir, se extiende a la propia Iglesia en el acto de consagración. Pues nuestro Señor, al entregar en la cruz su Santísima Madre al apóstol amado, nos la entrega al mismo tiempo a todos nosotros, no solamente como Madre, sino también como Maestra.
En el año 2018, el Santo Padre Francisco decidió que esta celebración de María como Madre de la Iglesia, se llevara a cabo el lunes después de la Solemnidad de Pentecostés.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su Madre y la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la Madre y cerca de Ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. San Juan 19, 25-27
El anterior pasaje del Evangelio prueba que el título de María como Madre de la Iglesia es correcto, pues Jesús mismo confió a la Virgen María a San Juan como un hijo, para que pudiera vivir con una vida sagrada que solo ella podía dar.
Por tanto, rezar a la Virgen con este título no es solamente una simple devoción mariana, sino obedecer a la belleza de la voluntad de Cristo, quien usó sus últimas palabras en la cruz para pedirle a su Santísima Madre que cuidara de todos los hombres y, al mismo tiempo, pedirle a todos los hombres que se sintieran vinculados por una relación filial con su bienaventurada Madre.
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John Sergio Reyes León
Publica desde julio de 2020
Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.
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