Cada año la Iglesia celebra la Solemnidad de la Presentación del Señor en el Templo, y aunque esta Fiesta cae fuera del Tiempo de la Navidad, trae consigo una belleza indescriptible, una chispa de la llama navideña, pues la Natividad, la Epifanía y la Presentación de Jesús son inseparables. Además, estas tres grandes fiestas de la Madre Iglesia traen consigo un significado litúrgico distinto lleno de belleza, pero a la misma vez igual de hermoso, y éste es que Dios nos ha amado tanto que se ha hecho “Dios con nosotros”.
En aquel Israel y en el mundo de hoy, Cristo es bandera discutida y rechazada por quienes no ven en Él al Salvador.
Rosa del Carmen Marroquín
Este mismo día, la Iglesia conmemora la Purificación de nuestra Señora, pues según dice la tradición y la Ley de Moisés: María no podía practicar ninguna festividad por el hecho de haber dado a luz, y debería guardar cuarenta días de reposo por su sangre derramada durante el parto, (40 días que se cuentan desde el 25 de diciembre: Fiesta de la Natividad de Jesús, y se cumplen el 2 de febrero: Fiesta de su Presentación en el Templo). Luego de esta cuarentena, María y José se dirigirían al Templo para presentar a su Hijo, ofreciendo como ofrenda un par de tórtolas.
En la Madre de Cristo y Madre nuestra, se realizó perfectamente la vocación de todo ser humano.
PAPA BENEDICTO XVI
Nunca me canso de decir que la Santa Madre Iglesia es rica en su liturgia, y lo digo porque esta fecha también celebramos la Fiesta de Nuestra Señora de las Candelas o de la Candelaria, pues como sabemos: Simeón reconoció en Jesús a la Luz de las naciones, así que para recordar este hecho, se acostumbra a llevar velas o cirios este día a la celebración de la Santa Misa, donde serán bendecidos por el sacerdote.
Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida.
JUAN 8, 12
Queridos lectores: pidamos a Dios Padre, quien porque medio de su Hijo nacido de mujer por obra del Espíritu Santo y nacido bajo la ley, nos ha rescatado de la esclavitud del pecado y ha llenado nuestra existencia de luz y esperanza nueva; que haga que las familias sean acogedoras y fieles a sus proyectos, ayuden y sostengan en los hijos los sueños y el nuevo entusiasmo, los cubran de ternura y belleza cuando sean frágiles y los eduquen en el amor a Él y a todas sus criaturas. Amén.
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John Sergio Reyes León
Publica desde julio de 2020
Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.
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